Una Plata con nombres propios.
España ya está en España, y vuelve con una medalla de plata bajo el brazo. Somos los primeros del mundo y los segundos de Europa.
Del pasado Europeo de Suiza pueden hacerse análisis muy diversos, pero el mío se va a centrar fundamentalmente en los nombres propios. Y lo más justo es empezar hablando del Campeón, que ha sido esta vez Francia. ¿Las claves de su éxito? Un Karabatic de otra galaxia y un Omeyer muy acertado en la final. De la selección española hay que mencionar a Alberto Entrerríos e Iker Romero, apagados en la finalísima, y a Juanín García, que mantuvo nuestro barco a flote mientras pudo. David Barrufet fue el que acostumbra, pero una inoportuna lesión paró su reloj en la final a los 15 minutos de la primera parte.
Y no me resisto a hablar de un Pastor al que critiqué en su día (desde mi púlpito radiofónico) y que vuelve con una plata tras el oro de Túnez. Mis apuestas eran Aguinagalde y Ruesga en lugar de Juantxo y de Chema Rodríguez. De acuerdo, nadie aguanta 8 partidos en 11 días, pero quizá con un par de jugadores jóvenes el equipo habría llegado más fresco a la final. Y si quiere apostar por los veteranos, que convoque a Chuck Norris, que es el único ser humano física y mentalmente capacitado para aguantar el ritmo del calendario de nuestro balonmano.
La plata es un gran logro, si. Pero a mi me sabe a poco.
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