Vivir peligrosamente

Tal y como recoge hoy El Mundo-La Crónica, este Ademar se está acostumbrando a vivir peligrosamente. La victoria ante el Arrate (36-34) no ha servido para reforzar la confianza de un Ademar que se mide al Portland en 3 días, y los pitos de la afición a Raúl Entrerríos y a Viran Morros al comienzo del partido no auguran el ambiente de gala que la Copa Asobal merece.

En cuanto al Ademar, se notó la ausencia de Sigfus Sigurdsson en defensa; no se puede aspirar a la Liga si el Arrate nos mete más de 30 goles en León. La dupla Morros-Aguinagalde funcionó solo a ratos, y la lesión de Laluska no permitía hacer experimentos en esa zona. Ni Saric ni Alilovic tuvieron su día ayer, pero sería muy raro que ambos fallaran dos días seguidos; seguro que el miércoles (y el jueves) dan la cara como suelen. El ataque posicional funcionó un poco a trompicones, algo que ya no sorprende; hubo quizá demasiadas frivolités en un partido tan ajustado, y solo el juego eléctrico de Perales salvó al equipo de un final dramático. Héctor Castresana volvió a reivindicarse con su juego, y Raúl Entrerríos demostró que la pájara de comienzo de temporada fue solo eso, una pájara. Jakobsen y Mateo Garralda estuvieron discretos, y tendrán que dar un paso al frente en la Copa Asobal. Roland Schlinger, por su parte, hizo acto de presencia en el banquillo, aunque no dispuso de minutos. He dejado para el final a los extremos, de los que apenas se tuvo noticia a lo largo del partido pero que sumaban al final 11 goles. El Ademar estará en sus manos la semana que viene, y tendrán que estar más finos sobre todo en el contraataque, una suerte en la que ayer dieron una de cal y otra de arena.

Termino con una nota social: Isidoro Martínez acudió al pabellón, como siempre. Tras el descanso tardó unos 10 minutos en volver a su asiento, supongo que retenido por alguno de sus muchos amigos.