Vender balonmano.
En España juegan los mejores equipos de Europa. La selección española es actualmente campeona del mundo y subcampeona de Europa. Pero son apenas los medios locales de nuestras capitales balonmanísticas los que se hacen eco de esta catarata de triunfos. Con la consecución del Mundial se dio otro hecho histórico: Marca dedicó su portada a un deporte mediáticamente marginado como es el balonmano. El propio diario se encargaría de meter el dedo en la llaga subrayando lo excepcional de tan feliz circunstancia, y se me antoja prácticamente imposible que el balonmano alcance otra vez este hito.
¿Qué le falta al balonmano? ¿Jugadores carismáticos? No, desde luego que no. El caso más singular es el de Iñaki Urdangarín, con un palmarés envidiable y famoso de primera fila tras su boda con la Infanta Cristina (retransmitida en directo para toda España). Pero Don Iñaki ha preferido dedicar su tiempo a otros asuntos (algunos de ellos turbios), y el balonmano se ve huérfano del que podría ser uno de sus principales valores. Si, estuvo en la final de Túnez y vibró como uno más, pero eso no basta. Tampoco se entiende el poco peso que tienen Talant Dujsebaiev, Enric Masip, David Barrufet o Mateo Garralda más allá de los aficionados multideportivos, que por conocer conocen al campeón del mundo de escupir caracoles de mar. ¿Qué será de nosotros cuando se retiren Barrufet y Garralda? Los candidatos al trono son Iker Romero, Juanín García o Alberto Entrerríos; apunta maneras Carlos Ruesga, y tampoco hay que descartar a Rubén Garabaya (que tiene un aire a Rossy de Palma, dicho sea de paso). Son todos grandes jugadores, pero ninguno huele a leyenda. Y por ahora he hablado solo de nacionales y nacionalizados. Si nos fijamos en los extranjeros, resulta sorprendente el caso de Kristian Kjelling, todo un ídolo en su Noruega natal, y cuyos ecos en España mueren a las puertas del pabellón leonés; nada hace pensar que la situación vaya a cambiar de forma sustancial en Pamplona. ¿Se imagina alguien el juego que daría Martin Stranovsky si fuera futbolista? Eso por no hablar de Mirza Dzomba, de Kasper Hvidt o de Didier Dinart... Auténticos filones por explotar. [Ejemplo: el culebrón Alberto Aguirrezabalaga].
La única forma de que el balonmano llegue a los medios es que los medios necesiten al balonmano. Y no parece que los medios estén por la labor de necesitar a nadie, más que nada porque son ellos los que marcan tendencias. Así, la solución pasa por el boca a boca. Hay que conseguir que esto crezca. Hay que llenar pabellones. Hay que generar expectación. Conviene, incluso, sembrar el horizonte de rumores. ¿Nueva sección del Real Madrid? ¿Comprará Mediapro los derechos de la Asobal? Hasta ahora los aficionados al balonmano nos hemos reunido de forma casi clandestina en foros monotemáticos y casi secretos. El cambio puede empezar por ahí... No se trata de abandonar los foros de balonmano, si no de llevar el balonmano a otros foros. Ya lo dice la Biblia, que de esto sabe un rato: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación" (Marcos 16:15).
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